martes, 13 de diciembre de 2016

El Padre

Ayer nos enteramos, poco antes de acostarnos, de que había muerto el Prelado del Opus Dei.



Yo no hablé nunca con él. Sí que asistí a algunas reuniones más o menos multitudinarias. Era una persona de gran sentido del humor, fama de memoria privilegiada y gran capacidad de obediencia.

Su vida: seguir a Cristo por el camino que siguió san Josemaría. Lo conoció de jovencito, en Madrid. Contaba que les invitó a varios a ir en un viaje en coche y que él se mareó y vomitó y que san Josemaría le ayudó a limpiarse. Pocos años después, en Roma, pasó a estar continuamente a su lado, como custos (custodio, la persona que le ayudaba en las gestiones diarias, junto a don Álvaro), hasta el punto de que a él le dirigió sus últimas palabras san Josemaría tras un ataque al corazón fulminante: «Javi, no me encuentro bien».
Luego estuvo al lado del ahora beato Álvaro del Portillo. Y después, fue prelado del Opus Dei, 22 años, muy duros en algunas cosas y muy bonitos en otras. Es un consuelo que muriera el día de la Virgen de Guadalupe.
Se cierra con él una etapa muy importante de la historia del Opus Dei. Si rezáis, rezad por él (aunque me parece que no le va a hacer mucha falta) y también por el Opus Dei.

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